lunes, 29 de diciembre de 2014

Huir

Mis manos rozaban el frío de enero, quería salir corriendo y huir, huir de ti. Las piernas me temblaban, poco a poco perdía las fuerzas pero aún así intentaba caminar sin mirar atrás y  sin mirarte a ti. Agonizaba, me hundía en mis adentros, mi respiración se intercalaba con mis pasos cada vez más activos. Lloraba, gritaba, me arrastraba intentando conseguir dejarte ir y tú, en vez de irte, seguías tras de mi. Intentabas alcanzarme, agarrarme y coserme a ti pero no te dabas cuenta de que quería salir de aquel infierno. Deseaba apartarme de tus "no pasara de nuevo",  deseaba apartarme de tus "te quiero" y tus "te echo de menos". No podía más, te suplicaba que me dejases ir.

Estabas apunto de cogerme, yo corría despacio porque mis piernas no querían dar más si. Mi cuerpo y mis entrañas echaban humo. Mi corazón se quejaba rogándome que parase y  mis manos ardían a pesar del frío que hacía. A pesar de sentir la combustión del infierno dentro de mí,  seguía temblando porque estaba horrorizada. De pronto, estabas a un milímetro de mi. Me caí. Golpeándome contra el suelo, que en ese instante mostraba su frialdad ante mi rostro, perdí el conocimiento. Abrí los ojos, estabas ante mi. Ahora era yo la que rogaba a mi cuerpo que reaccionase pero nada, me quede inmovilizada y  tú ahí mirándome.

Veías que sufría, que poco a poco dejaba de respirar, que perdía las fuerzas y que mi pulso era inhumano. Me mirabas y no hacías nada, sólo gemías al verme así, me pedías perdón y en ese instante no servía de nada o mejor dicho, nunca sirvió. Siempre tus "lo siento" fueron inútiles. Ya está, lo conseguiste. Desistí. Mis manos se fundieron con el frío de aquel enero, mis piernas se deslizaron poco a poco a ras del gélido suelo, mi cuerpo entero se derritió. Tú seguías ahí lamentándote. Sufrías porque el remordimiento te quemaba y te arrancaba lentamente la piel. Ahora para ti esto era un infierno. Sin embargo me pegabas hacia a ti y  aunque estuviese muerta no me dejaste ir. Me querías y me quisiste sólo para ti.

domingo, 21 de diciembre de 2014


Allí fuera la nieve por la ciudad
serpenteaba.
Por aquel lugar donde tantas veces
nos perdimos.
Por aquel lugar donde tantos momentos
y encuentros
vivimos.

Recuerdo cómo arrancábamos
la curiosidad de la
multitud.
Cómo llenábamos el mundo
de inquietud.

Aquí dentro todo estaba en calma
 y tus manos frías recorrían
mi espalda.
Tus ojos, por la habitación
se deslizaban.
Los míos, huían de tu presencia,
ignorando tu existencia.

Cuando nuestras miradas se encontraban,
nos desgarrábamos la piel.
Notaba tu sangre fría
y tus manos vacías.

Cuando nuestras miradas se encontraban,
sentíamos perder lo que llamábamos
nuestro y lo que algún día creamos
sin darnos cuenta.

Notaba cuchillos clavados en mi espalda
por cada palabra que articulabas.
Notaba fuertes golpes en mi pecho
en cada momento.
En pedazos todo rasgue
y en tan solo un segundo
lo destroce.

En pedazos lo rasgue y en tan solo
unos segundos
lo perderé.