miércoles, 25 de junio de 2014

Desgraciada



Responde desgraciada,
¿por qué arrancas mi corazón de esa
extraña forma y haces que él, mi vida,
me abandone?


Tú, tan tranquila, te vas.
Yo aquí afligida, me derrumbo
y me hundo, bajo las lágrimas
de miradas perdidas que hoy
ya no tienen dueño.


Responde desgraciada,
¿por qué me destrozas?


No te das cuenta de que sin ti
iría todo mejor. Eramos felices. 
Dos locos (demasiado)
enamorados que perdíamos la
cabeza el uno por el otro
y que sólo queríamos disfrutar.


Responde desgraciada,
¿por qué dañas mi alma?


Siéntete culpable de mis sollozos,
de mis ganas de desaparecer y
mi dolor.
Siéntete culpable de nuestro fin,
de nuestro adiós, de que todo
haya acabado arrasado.


Responde desgraciada,
¿qué te he hecho yo a ti?


Tú, felizmente huyes.
Desapareces,
robándome mi bien más
preciado.
Parece que estás contenta,
de habérmelo quitado, sí, 
de mi lado.


Responde desgraciada,
¿por qué haces que mis
ojos pierdan la calma?


Me siento como un niño pequeño
al que le acaban de quitar su caramelo
favorito.
Me siento como un buen libro 
publicado pero que todavía nadie ha
leído.
Me siento vacía,
engañada,
decepcionada
desolada,
y perdida.


Por supuesto, tú no eres la única culpable.
También tú, desgraciado, caradura 
y cobarde.
Ella no te ha obligado a irte.
Fuiste tú descarado, infiel 
y mentiroso.
Me dejas sola
y lo único que haces
es salir corriendo sin mirar atrás.



Más te vale no volver jamás,
déjame tranquila.
Más te vale no llamar jamás,
déjame sosegada.
Sé que algún día, alguien mejor
y por supuesto, con más corazón,
vendrá.





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